Cuando el saludo se vuelve invisible: la educación empieza con un “buenos días”

Vive la vida que deseas

Hay gestos sencillos que revelan más de lo que parece. Uno de ellos es el saludo.
En cualquier profesión puede pasar que algunas personas entren al trabajo y saluden solo a unos pocos, ignorando al resto. Pero cuando eso ocurre en el ámbito educativo, el impacto es mayor. Porque educar no es solo transmitir conocimiento, sino también modelar respeto, empatía y convivencia.

El mensaje detrás de un gesto

No saludar no siempre es sinónimo de mala educación; a veces es distracción, prisas o timidez. Pero cuando se convierte en un hábito selectivo —saludo a unos sí y a otros no—, se transforma en un acto que comunica exclusión.
Y esa actitud, en un entorno que forma a niños y jóvenes, rompe la coherencia entre lo que se enseña y lo que se practica.

Los alumnos observan. Ven cómo nos relacionamos entre adultos. Perciben quién se acerca con una sonrisa y quién pasa sin mirar. Y aprenden de eso.
La cultura del saludo es también cultura de respeto.

Cuando ocurre entre docentes

En educación, todos formamos parte del mismo proyecto: contribuir al bienestar y aprendizaje del alumnado. Sin embargo, los pequeños gestos pueden crear “islas” dentro del claustro, donde algunos se sienten ignorados o menospreciados.
No se trata de exigir simpatía, sino de fomentar un mínimo de reconocimiento humano, ese que dice “te veo, existes, compartimos espacio”.

💡 Claves para tratar a este tipo de personas

  1. No te lo tomes como algo personal.
    Muchas veces el comportamiento del otro refleja su mundo interior, no tu valor como persona.
  2. Saluda tú, siempre.
    No esperes reciprocidad. Mantener tu educación y amabilidad te da poder emocional.
  3. Observa patrones, no momentos.
    Si alguien un día no saluda, no lo etiquetes. Pero si es constante, identifica que es su forma de relacionarse, no la tuya.
  4. Practica la empatía con límites.
    A veces hay motivos (timidez, inseguridad, estrés). Empatiza, pero sin justificar la falta de respeto.
  5. Cuida tu entorno emocional.
    Rodéate de compañeros con energía positiva y constructiva. No inviertas energía en quienes no aportan bienestar.
  6. Sé ejemplo.
    En la escuela, cada gesto es educativo. Tu coherencia puede influir más que cualquier sermón.
    Saludar, sonreír o mirar a los ojos es una lección silenciosa para alumnos y adultos.

En definitiva…

Un “buenos días” puede parecer poca cosa, pero es una semilla de convivencia.
Cuando se planta cada mañana, florece el respeto.
Y cuando se omite, deja espacios vacíos donde la indiferencia crece.

Educar también es eso: mirar al otro y reconocerlo. Porque la educación empieza mucho antes del timbre… empieza con un saludo.

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