Cuando tu hijo no juega: acompañar sin romper

Vive la vida que deseas

El deporte en la infancia debería ser sinónimo de ilusión, aprendizaje y pertenencia. Sin embargo, para muchas familias, se convierte en un escenario de frustración cuando su hijo o hija entrena con compromiso durante toda la temporada… y no juega. O juega muy poco. O simplemente, lo dejan en el banquillo durante todo un campeonato.

El dolor invisible de no sentirse parte

Los niños no siempre lo dicen, pero lo sienten. Saben cuándo no cuentan con ellos. Saben cuándo no forman parte real del equipo, aunque lleven el mismo uniforme. Y ese vacío, esa exclusión silenciosa, cala.

Como madre o padre, ver eso desde la grada duele. Surgen preguntas: ¿Lo estará haciendo mal? ¿No le dan la oportunidad? ¿Debería intervenir? ¿Es este el lugar adecuado para que crezca?

Qué hacer cuando tu hijo no juega

  1. Escucha antes de hablar. Pregúntele cómo se siente. A veces no quieren hablar, pero saber que estás disponible y que entiendes su tristeza ya es un alivio.
  2. No minimices lo que siente. Evita frases como «ya jugarás la próxima» o «no es para tanto». Valida sus emociones.
  3. Habla con el entrenador. Desde el respeto y la apertura. Pregunta, comprende, plantea inquietudes. A veces hay razones que se pueden entender. Otras veces, no.
  4. Evalúa el modelo del club. Hay clubes que priorizan la competición y otros que forman desde la inclusión. Observa si este es un entorno que nutre o que limita.
  5. Ayúdale a separar su valor personal del tiempo de juego. No juega más, pero eso no significa que valga menos. Ayúdalo a sostener su autoestima.

Cambiar de club: ¿rendirse o proteger?

A veces, lo mejor que puedes hacer por tu hijo no es insistir en que lo acepten donde no lo valoran, sino buscar un lugar donde lo respeten. Cambiar no es rendirse. Es cuidar. Es enseñar que uno puede buscar espacios donde crecer sin miedo, sin sentirse menos.

El deporte tiene que educar, emocionar, construir. Si hace daño constante, si excluye sistemáticamente, ya no está cumpliendo su función.

Y si eres entrenador o formador…

Tienes una misión mucho más grande que ganar partidos. Tienes en tus manos la oportunidad de enseñar a convivir, a esperar el turno, a celebrar en equipo y a aprender del error. Cuando un niño no juega ni un minuto, durante días, durante semanas… está aprendiendo algo también: que no importa, que no cuenta, que no merece.

Por supuesto que hay decisiones técnicas, pero en etapas formativas, la rotación, el dar minutos a todos, el permitir experimentar la alegría de estar en la pista, también es formación.

Un buen entrenador sabe que los grandes jugadores no se construyen solo con minutos, sino con confianza. Y la confianza se siembra cuando un niño siente que su esfuerzo es tenido en cuenta.

Mensaje para padres y madres: acompañar con presencia, no con presión

No se trata de exigir minutos, sino de acompañar emocionalmente. De estar, de ver, de validar. Y si hace falta, de buscar otros caminos donde el respeto por la infancia sea prioridad.

También es importante no trasladar la frustración al niño. No cargarlo con nuestras expectativas. No hacerle sentir que si no juega, ha fallado. Porque no ha fallado.

Cierre para reflexionar

No todos los niños quieren ser campeones. Muchos solo quieren jugar. Formar parte. Sentir que cuentan.

Y tú, como madre, como padre, puedes acompañar con amor, sin presión, pero con firmeza si es necesario.

Acompañar también es elegir el mejor lugar para que tu hijo crezca.

Y formar también es dar oportunidades, no solo instrucciones.

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